Reseña de Los Pirineos
Iniciada en su niñez, la relación de Víctor Hugo con Euskal Herria dejó en él tan profunda huella que, además de volver a recorrer hacia la mitad de su vida aquellos parajes de su infancia para dejar constancia de la favorable opinión que le merecían nuestro país y sus gentes, también hizo patente la fascinación que le producía su lengua ancestral mediante la inclusión en varias de sus obras de palabras y frases en euskara, toda una tradición en la literatura francesa desde los tiempos de Rabelais.
El 27 de febrero de 1881, cuando el pueblo de París rindió un multitudinario homenaje a Victor Hugo, (?) decenas de miles de parisinos desfilaron bajo las ventanas de su domicilio. Junto a ellos desfilaron también representantes de 324 países con sus correspondientes banderas, entre ellas la que podríamos considerar la primera ikurriña.
(Extractos del prólogo, por Iñaki Berazategi)